Programa Federativo Nacional de Aikido



Aikido, una herramienta para enfrentar la vida - Regla Número Cuatro


Ser derrotado sin sentirse vencido.


La frase parece incongruente pero no es así. Toda ves que en una práctica somos atacantes (uke), terminamos con nuestro cuerpo en el piso. Sucede que al atacar y no lograr el objetivo quedamos a merced de aquel a quien atacamos para que entre en técnica. En una fracción de segundo nuestra situación cambia totalmente, pasando de ser atacante a ser subyugado.


Por lo tanto debemos asumir esta sitaución y salir de ella haciendo un ukemi (caida), salvando de esta forma nuestra integridad física y así poder levantarnos para atacar nuevamente. Esto se repite decenas de veces por cada práctica lo que hace que lleguemos a la conclusión de que todos somos falibles, cometemos errores o podemos perder; pero así como tantas veces caemos, otras tantas nos volvemos a levantar.

Esta actitud asumida nos sirve para fortalecernos ante las dificultades que la vida nos presenta cotidianamente.

A medida que el alumno incorpora los principios antes mencionados comienza a modificar actitudes reconociendo y valorizando a sus semejantes como así mismo, dando a cada cosa la importancia que está merece evitando conflictos innecesarios y sobreponiéndose a aquellos que son inevitables. 

Aikido, una herramienta para enfrentar la vida - Regla Número Tres

Desarrollar nuestras solidaridad hacia los demás

Durante una práctica si actuamos como atacante (uke). Ofrecemos permanentemente nuestro cuerpo para que el otro aprenda. Sabemos que al realizar una técnica puede llegar a causarnos cierto dolor o incomodidad, pero es la única manera de que nuestro compañero aprenda. Si nos negamos a esta situación cortamos el aprendizaje de nuestro compañero y limitamos también nuestro crecimiento como aikidokas y como personas.

En Aikido nos necesitamos unos a otros para que juntos logremos avanzar creciendo día a día.

Muy ocasionalmente se dan casos de personas que, quizás creyendo que su aprendizaje será más rápido, tal ves porque duden de la eficacia de las técnicas y por eso las realizan con demasiada potencia o lo que es peor porque les guste exhibirse desparramando gente para todos lados.

Lo cierto es que no tienen en cuenta a su compañero de práctica, circunstancia en la cual pueden llegar a lastimarlo. O'Sensei Ueshiba, creador del Aikido, puso ciertas pautas para el aprendizaje y desarrollo del Aikido, quien no se atenga a ellas no llegara nunca a ser un buen Aikidoka. 


Aikido, una herramienta para enfrentar la vida - Regla Número Dos

Relajación y sensibilidad.


Una vez asumido que un cuerpo rígido, ir al choque u oponer fuerza a otra fuerza no se compadece con las técnicas de Aikido, debemos aprender a relajarnos. Si logramos cierto estado de relajación nuestros movimientos son más rápidos y fluídos y adquirimos más sensibilidad con respecto a nuestro atacante (uke). Este estado nos permite “sentir” al uke y saber si debemos al realizar una técnica, dar un paso al costado (irimi) o retroceder (tenkan) y así poder unirnos al uke y redirigirlo a nuestra conveniencia.


También al adquirir esa sensibilidad podemos controlar nuestros movimientos y darnos cuenta a partir de que momento existe el riesgo de lastimar a nuestro compañero de práctica, ya sea en una proyeccion o una retención. No olvidemos que las técnicas de Aikido son sumamente peligrosas. De la misma manera cuando somos atacantes (uke) debemos llegar a ese estado psico-físico pues la única manera de evadirse de una técnica es percibiendo qué movimiento a de ejecutar el atacante (nague) y así armonizar con esté en su técnica.