Aikido, una herramienta para enfrentar la vida - Regla Número Dos

Relajación y sensibilidad.


Una vez asumido que un cuerpo rígido, ir al choque u oponer fuerza a otra fuerza no se compadece con las técnicas de Aikido, debemos aprender a relajarnos. Si logramos cierto estado de relajación nuestros movimientos son más rápidos y fluídos y adquirimos más sensibilidad con respecto a nuestro atacante (uke). Este estado nos permite “sentir” al uke y saber si debemos al realizar una técnica, dar un paso al costado (irimi) o retroceder (tenkan) y así poder unirnos al uke y redirigirlo a nuestra conveniencia.


También al adquirir esa sensibilidad podemos controlar nuestros movimientos y darnos cuenta a partir de que momento existe el riesgo de lastimar a nuestro compañero de práctica, ya sea en una proyeccion o una retención. No olvidemos que las técnicas de Aikido son sumamente peligrosas. De la misma manera cuando somos atacantes (uke) debemos llegar a ese estado psico-físico pues la única manera de evadirse de una técnica es percibiendo qué movimiento a de ejecutar el atacante (nague) y así armonizar con esté en su técnica.